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Poemario Socaire de la Gloria Langle

 

Escribir poesía es lo más parecido a quedar desnudo.

 

A la mayoría de poetas y escritores les gusta que se les escriba un prólogo de su obra.  De alguna manera desean satisfacer la curiosidad de saber qué opinan otros de sus escritos, qué elementos diferenciadores pueden percibir y, sobre todo, que de alguna manera se alerte al lector sobre lo que va a encontrar en las páginas que suceden al prólogo.

 

Este sería el cuarto o quinto prólogo que realizo a petición del autor, en este caso autora y amiga a la que admiro. Y creo, sin ánimo jactancioso, que he aprendido algo importante en la realización de un prólogo. No opinar. No opinar, porque, además siendo el autor amigo o amiga, quién sabe si, subliminalmente, estamos interfiriendo en la opinión del lector, mediatizando su propia percepción respecto a la obra leída, y ya sabemos, somos conscientes, que un poema puede tener tantas lecturas como lectores tenga a bien tener.

 

La autora, Gloria Langle, pareciera como si quisiera precisarme, como prologuista observador de su obra, que con la palabra SOCAIRE que da título a este poemario, pretende un abrigo, un parapeto a las emociones que la zarandean. Y es lógico. Escribir poesía es lo más parecido a quedar desnudo.

 

Toda poesía conlleva algo de confesional, el poeta de alguna manera expresa parte de su intimidad, de su vida y milagros y en muchos casos se pronuncia incluso a través de sus propios zapatos, de su ropa y ademanes: en qué lugar estuvo, dónde desencajó la mandíbula de tanta risa, en qué momento lloró de dolor o de emoción; cuándo languidecieron sus ojos por un miedo insostenible o una macilenta etapa de despropósitos… qué polvos ha mordido o ha hecho morder o en qué baile pisó los pies a su pareja para aseverarle –yo soy el único pasaje para tu viaje, el único paisaje que deberás amar con todos los latidos de tu corazón, yo soy la única multiplicación de  tus panes y peces y en tu pecho lucen todos los botones que aprenderé a desabrochar.

  

Toda poesía es nostálgica, la niñez, la familia y amigos, el hogar, los lugares que hemos habitado incluso trabajando y es también poesía, la práctica afable de mostrar sencillez, dulzura… la nostalgia, frecuentemente, se presenta como un día inmóvil al que cuesta pasar página, a fin de cuentas, todo en la vida, se sustenta en la bondad y en las cosas que especialmente nos parecen hermosas. La poesía, en ocasiones arrastra un añorado recuento de recuerdos y una pretensión, a veces, del futuro que deseamos vivir e incluso de algún inquietante pasado que desearíamos que siga arrinconado en el vano limbo de la obviedad.

 

Un modo especial de concebir la propia escritura, ese milagro que ocurre letra a letra, donde la reflexión es una manera invariable de plasmar su forma de ser y de entender la vida, además de compartir su gentileza e inquietudes de manera cercana y profusamente creativa.

 

Un modo especial, digo, porque escribir un poema es iniciar un camino que no conoces y lo haces a sabiendas de que puedes perderte en el torbellino de sus emociones, convencido de que incluso los pájaros, por alto que quieran elevarse en su vuelo, tampoco conocen el mapa de las emociones y sabes que las certezas son una especie de dado y que un beso, en algún momento, bien pudiera ser una huida, una duda o una cuestión infranqueable.  Y te convences que las reglas están para romperlas, así que tensas el arco y disparas flechas al aire pretendiendo el trigo amontonado de los lectores que como dianas están predispuestos a dejarse alcanzar.

 

En esta obra, Gloria Langle, va desentrañado el laberinto, ella es un espejo donde se mira, nos mira y nos miramos en una indagación paralela, ahogados como solemos estar por esos asuntos que consideremos lo único importante, mientras la vida se nos va pasando por alto, sin ser conscientes de lo consustancial y vital que representan esas pequeñas cosas como mirar el mar, charlar con los amigos, oír la música… cosas esenciales y eternas como el agua y el aire y que son la sal de la existencia.
 

La poesía de Gloria Langle conlleva el espectáculo extraordinario de la libertad. En cada verso se proclama la liberación de una mujer que se siente emancipada e insubordinada a cualquier tipo de reglas y prejuicios. Siendo además su poesía, rica en una particular sonoridad que hace amable la lectura, pero más aún la recitación en voz alta donde la libre acentuación de los versos cobra una particular musicalidad agradable al oído del oyente.

 

La poesía es, también para Gloria Langle, una forma de añadir emociones, serenidad, equilibrio, paz, concentración… la poesía llena o complementa algunos espacios de tu vida dando respuestas a ciertos vacíos existenciales que surgen a lo largo de la existencia. Es, de alguna manera, una forma de refugio ante inquietudes, miedos zozobras, aspiraciones en la vida.

 

Este poemario es un paseo por la producción de la autora desde sus comienzos. En él aparecen composiciones de una primera etapa a la que llamó Musa y que nunca fueron publicadas. Les sigue una selección de poemas de Fénix, obra con la que consiguió el premio ALCAP de poesía 2012 en su modalidad internacional, y junto a ellos, otros poemas que fueron escritos al final de su trayectoria poética y a los que denominó Socaire, título del poemario

 

Respecto a la estructura versal empleada por la autora, aun con algunos poemas sujetos a medida y rima, encontramos un total predominio del verso libre, que es aquel tipo de verso que no está sujeto a rima ni a métrica y que permite a la autora componer con mayor libertad; recurriendo, por otro lado, a una profusión de figuras retóricas como la metáfora, alegorías, imágenes, símbolos… que abundan en la totalidad de su poemario. Versos, en suma, que se alejan de los criterios convencionales de medida, acentuación y rima en poesía. Versos de medidas irregulares que alcanzó su mayor auge en el surrealismo surgido en Francia a principios del Siglo XX, promovido por el poeta francés André Breton, y cuyos precursores se implicaban con mayor profusión en temas psicológicos, sociales y humanos, tal vez en el intento de sobrepasar la realidad de los valores con el uso de técnicas de mayor expresividad lírica, por encima de la escritura estética convencional.

 

Conjuga, la autora, en Socaire, diferentes efectos visuales, tal vez en un intento de desordenar el orden establecido por la razón. Podría ser, el poema, un juego de palabras, o la providencial elección del recurrente guante que se enfunda la autora para detenerse en un instante determinado, cerrar los ojos y dejarse embriagar por el humo, quizá nostalgia, quizá elección, quizá el poeta sea un creador de mundos como aseveraba el poeta chileno Vicente Huidobro: Es un viaje en solitario, sin rostros ni saludos, / porque todos caminamos mirando al suelo / y podemos recrearnos con la sinfonía de adoquines y charcos, / y pensar que el mundo es otro, / donde no existe el dolor ni la miseria.

 

Pero a veces, el poema es también un vómito necesario para liberarse de interrogantes. En el poema Cábala, la poeta parece apelar a ese espejismo tedioso y repetitivo de lo cotidiano. (Este poema será el único poema al que haga una alusión directa, tal como indiqué en el inicio de este prólogo, para no interferir en la opinión del lector). Y, sí, mejor no mirar atrás, no olvidar, pero no anclarse en los errores: La duda camina cenicienta hacia tu estatua de sal / y, paso a paso, va sepultando tus espigas y tus alas de paloma. Y persiste en el mismo poema, quizá porque es preferible no refugiarse a uno u otro lado de la verdad o la mentira, del pasado o del futuro y ser realista, vivir el instante presente con sus luces y sombras: Esconderé tus escombros bajo la alfombra  / volveré a llamarte y fingiré que te creo

 

Respecto a la autora, decir que "de casta le viene al galgo", como diría mi abuela. Gloria Langle Molina tiene ancestros de altos vuelos en el oficio de escribir, rasgos que a la vista están, han ido transmitiéndose entre generaciones de padres a hijos. Biznieta del ilustre abogado, político y escritor, Plácido Langle Moya; nieta del reconocido arquitecto almeriense Guillermo Langle Rubio, cuyas emblemáticas obras, como los Refugios de la Guerra Civil Española, perduran con orgullo en el catálogo patrimonial de la ciudad de Almería. Y su padre, Guillermo Langle Trujillo, todo un abogado laboralista que fue alumno de la afamada catedrática de lengua y literatura, además de poeta, Celia Viñas, y que en sus ratos libres escribía, por alguna imperiosa necesidad, acrósticos y sonetos; algunos de ellos he tenido el placer de leer y publicar en De Sur a Sur Poesía y Artes Literarias, sonetos de impecable composición, como el titulado Página en blanco, del que reproducimos el primer cuarteto: Misterio de un papel sin nada escrito, / página en blanco, vida sin sentido, / cosas que no han llegado o que se han ido, / amor aún no empezado o ya marchito. La creatividad no es algo que pueda fluir a voluntad y Guillermo Langle Trujillo, siendo consciente de la angustia en que puede derivar la falta de inspiración –y como alegoría a la propia existencia- supo plasmarlo magistralmente en el fragmento del soneto mostrado, lo que nos da idea de la cuna poética de Gloria Langle Molina.

 

Gloria Langle Molina es de esas personas cercanas que cuando la miras, confirma con sus ojos la voluntad de ser amigos. Ha ejercido como profesora de literatura en secundaria. Batalladora y polifacética, viene cultivando el canto, el teatro, el arte de escribir y el más difícil todavía, arte de transmitir emociones con la palabra como es la poesía donde en este libro está presente una parte de su obra poética, obra que ha obtenido importantes reconocimientos, como su poemario Fénix, que obtuvo el primer premio de poesía ALCAP 2012 en su modalidad internacional.

 

Con este libro, Socaire, el premio, con toda seguridad es para los lectores.

En manos del lector queda toda la exquisitez vertida en estas páginas. Invito al lector a leer y releer cada poema una y otra vez, recitarlos en voz alta, saborear cada verso; que construya el lector sus propias imágenes, indague en los versos y los haga suyos.

 

 

Vuestro en la poesía

Alonso de Molina

 

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